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Industria turística y medios

Explorando lo antiguo y lo nuevo: Odawara en un día

Por Paul McInnes

Culture

Al bajar del tren en la estación JR de Odawara, tienes la sensación de que ya no estás en Tokio, de que te espera algo diferente. Algo fresco, algo que llevas necesitando desde hace mucho tiempo pero que no has sido capaz de concretar. El aire fresco de la costa, la relativa falta de gente (en comparación con Tokio) y la gran magnitud del cielo, algo que normalmente sólo se asoma entre edificios y rascacielos, es algo que sueles asociar con las vacaciones.

Castillo de Odawara

Tan pronto salgas del edificio de la estación y gires a la derecha, podrás ver la cima del castillo de Odawara y, mientras recorres los distintos caminos en una caminata de 10 minutos hasta el castillo, podrás verlo en todo su esplendor. No es un castillo en la manera en que el Castillo de Edimburgo (Escocia) o el Castillo de Hohenzollern (Alemania) son castillos. Es un castillo japonés, brillante y perfecto, y una estructura que tiene mucha importancia en la historia japonesa, especialmente cuando se habla del periodo Sengoku (estados en guerra) antes de la unificación de Japón.

El Castillo de Odawara data de 1447, pero debido a las predecibles consecuencias de la guerra y los desastres naturales en Japón ha sido reconstruido en varias ocasiones. Varias partes de la estructura estuvieron en constante remodelación hasta hace apenas algunos años aunque esto no le quitaba nada del innegable esplendor y relevancia histórica al castillo. La construcción que yace ahora, desde el primer portón Umadashi (donde tradicionalmente invitados y guerreros entraban con sus caballos) a la entrada misma al castillo es asombrosa. Los bloques de piedra utilizados para esta entrada son originarios de la cantera de Hayakawa, mismo lugar de las rocas utilizadas cientos de años atrás. Los turistas podrán observar algunos agujeros de entre los muros de la entrada, pues allí se posicionaban los arqueros para atacar a cualquier intruso como el ejército de Toyotomi Hideyoshi, quien eventualmente tomó control en 1590, del clan Odawara que había usado el castillo como fortificación por muchas décadas.    

Para entrar al castillo, los visitantes deberán subir varios escalones que pueden ser pesados para personas mayores o personas con alguna discapacidad. Debe tomarse en cuenta que el castillo no tiene escaleras o elevadores. Para fanáticos de la historia, el Castillo de Odawara es una mina de documentos históricos, artefactos e información valiosa sobre el enigmático clan Hojo, conocerán la propia historia del castillo a través de las señalizaciones y disfrutarán de exhibiciones de armaduras y espadas samurái y demás armamento. La recompensa más grande es encontrarse en el último piso del castillo el cual goza de vistas de las montañas y el océano que te dejarán sin aliento. En un día despejado, los visitantes pueden ver tan lejos como la península Boso de la prefectura de Chiba y supuestamente, algunas de las islas Izu las cuales yacen frente a las costas de Tokio. Es un castillo majestuoso y bien vale la pena un viaje para quienes busquen un toque de descanso del bullicio de Tokio.  

El Castillo de Odawara es una delicia para turistas y residentes en busca de una pieza de historia y relevancia cultural a sólo un relativamente corto viaje de tren desde el centro de Tokio. Enmarcado con naturaleza sorprendente, el castillo es un punto vivo y la  mayor atracción de la ciudad de Odawara. La gente de Odawara está muy orgullosa de su castillo, historia y gastronomía y debería ser considerado como un punto esencial para los turistas en su ruta hacia o de regreso de destinos cercanos como Hakone. Un viaje al castillo tiene el curioso efecto de ponerte en un lugar que jugó un papel importante en la unificación definitiva de Japón. 

Arboleda de ciruelos de Soga

A unos 20 minutos en tren desde la estación JR de Odawara, con un rápido transbordo en Kozu, se encuentra la ciudad de Shimosoga, que alberga el famoso ciruelo de Soga, y atrae cada año a visitantes de todas partes para presenciar unas imponentes escenas de las flores y una hermosa estética de principios de primavera.

Los ciruelos en floración preceden a la temporada del hanami (contemplación de la flor del cerezo) y encabezan la fascinación japonesa por las flores, las estaciones y los festivales. El bosque de ciruelos de Soga, que se abre entre febrero y principios de marzo cada año, es el evento principal y consta de tres zonas destacadas: Bessho, Hara y Nakagawara. Cada zona es utilizada por los establecimientos agrícolas que allí se encuentran, siendo Bessho el más grande de los tres. El festival, que cuenta con una enorme cantidad de ciruelos (se dice que alrededor de 35,000), también presenta puestos de cítricos y verduras, y así tendrás la oportunidad de comprar recuerdos, acceso a una variedad de comida local y mucho más.

Los visitantes también tienen la oportunidad de ver el Yabusame, una antigua tradición en la que personas a caballo disparan flechas a objetivos, y el Kotobuki-Shishimai, una danza formada por personas con máscaras de león que, se dice, sirve para exorcizar a los malos espíritus y obtener buena salud y cosechas para el próximo año.

Observatorio Enoura

A solo un poco más de 20 minutos en tren desde Shimosoga, se encuentra la estación Nebukawa, que opera bajo la línea JR de Tokaido. Nebukawa es una zona tranquila de la prefectura de Kanagawa pero alberga una de las atracciones más reconocidas de Japón diseñada y administrada por uno de los artistas contemporáneos más aclamados, Hiroshi Sugimoto. Estamos hablando del Observatorio de Enoura, que ha causado gran revuelo desde su inauguración en 2017 y cuenta con un autobús gratuito que va de la estación Nebukawa hasta sus magníficas instalaciones. 

Con vista a la hermosa Bahía de Sagami, el complejo de Enoura fue diseñado para representar la esencia de la cultura japonesa y es una parada obligatoria para los entusiastas del arte y la arquitectura. Ubicado en el sitio original de una arboleda de naranjos, Sugimoto dedica unas letras a Enoura y el área circundante de Odawara: “Odawara tiene el potencial de ser la capital de la comunicación de nuestra cultura al mundo. Esto se debe al carácter único de la cultura japonesa. Un continuo legado desde el prehistórico periodo Jomon ha sido el arte de vivir en armonía con la naturaleza. El pueblo japonés desarrolló una cultura única incorporando la adoración de incontables deidades y espíritus del mundo natural. En el mundo lúgubre de hoy de materialismo y consumismo desenfrenados, cuando tanto de este esplendor natural ha sido destruido, es el resurgimiento de estas tradiciones ancestrales japonesas lo que más necesitamos”.

Con vistas escénicas que se extienden hasta la península Boso de la prefectura de Chiba y la isla Oshima, el observatorio Enoura aspira a ser un referente de la cultura y el arte con su galería, su escenario de teatro noh, su salón para la ceremonia del té, jardines y oficinas. Una visita al observatorio es una gran manera de pasar unas horas junto al mar y sumergirse en la cultura y tradiciones japonesas que han perdurado a través de los siglos.

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